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LAS PRIMERAS AGUAS PUBLICAS


LA EMPRESA HIDRÁULICA ARIDANE                  
Texto: MARIA VICTORIA HERNÁNDEZ


        La canalización de las aguas de los manantiales de Ejerjo –también conocido por Egeros- y Capitán, en la zona de La Cumbrecita fue una efeméride compartida por igual por los municipios de El Paso y Los Llanos de Aridane. Se puede decir,  sin temor a dudas, que ha sido para los dos municipios uno de los logros históricos más importantes, para su posterior desarrollo económico y social. Tengamos en cuenta que mientras la prensa de la isla destacaba las extraordinarias y “faraónicas” obras de ingeniería del canal de Suez en Egipto, que unió dos mares, en las mismas fechas y páginas se daba cuenta de las obras de canalización, en 1867, de las primeras aguas de abasto público a los dos municipios del Valle de Aridane. La contraposición de estos dos hechos o obras denota, amargamente, la precariedad de infraestructuras públicas con que contábamos en La Palma por esos años, en una zona de la isla que hoy es el motor económico de la misma. Esta precariedad y “largas” no sólo es achacable a los organismos públicos sino también a algunas posturas radicales de algunos “mayores contribuyentes” palmeros. 

           Antes de introducirnos en el tema hay que hacer una  aclaración. Entendemos por abasto público las aguas que por iniciativa público-municipal son canalizadas por tuberías de barro o canales de madera, desde los nacientes de La Cumbrecita en La Caldera, a diferentes puntos elegidos de los dos municipios. Recordemos que las aguas privadas pertenecientes a las Hacienda de Argual y Tazacorte habían llegado al Valle de Aridane en el siglo XVI. En la cota superior al barrio de Argual las aguas de la empresa Hidráulica Aridane son las primeras que llegan en 1868 a los núcleos urbanos de Los Llanos de Aridane y a El Paso. 

          El expediente de concesión duró décadas hasta que por fin las aguas llegaron a las pilas y abrevaderos públicos. Las primeras gestiones para su consecución arrancan de finales del siglo XVIII hasta que en el año de 1822 la Diputación Provincial autorizó la explotación y canalización de los manantiales de Ejerjo y Capitán, en la zona de La Cumbrecita, a las dos municipalidades. 

         Mientras tanto el pueblo suspiraba por la realización de las obras de canalización. Un poeta anónimo, posiblemente Domingo Carballo, el 25 de diciembre de  1848, escribía los versos siguientes, entre crítica y palmera resignación.  

Probabilidad

El agua mil ocasiones

al pueblo  hubiera venido

si señor al no haber sido

las tantas contradicciones.

Se lograron proporciones

bonitas a mi entender

nada se llegó a comprender

a causa de desunión.

Esa es nuestra perdición

paciencia y dejar correr.

            Los años seguían corriendo. El 25 de julio de 1834 el Pleno del Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane –en este año aún al actual municipio de El Paso pertenecía al de Los Llanos-  reitera la solicitud de aprovechamiento  Ejerjo y Capitán alegando que “se hallan absolutamente abandonados siendo fácil su aprovechamiento por quedar este pueblo sujeto a que éstos les bañasen y por consiguiente principarios a florecer la agricultura en él, al desaparecer el tanto consumo de las raíces de helechos, y se evitaría la entrada de granos de otras Islas así como en otros pueblos de la provincia que participan de igual beneficios.” Continua el acuerdo plenario resaltado que “la conducción del agua (que no es difícil a causa de haber llegado ya en años anteriores al Llano de las Cuevas), se señaló por la Junta de provincia en el año pasado de mil ochocientos veinte y dos, siendo este lugar cabeza de partido así por su grande número de vecindario, como por tenerlo dividido la misma naturaleza, siendo compresivo en él las poblaciones de Tijarafe, Puntagorda y Garafía”, apuntan finalmente que de esta canalización se vería beneficiada la Real Hacienda por la venta de aguas “y el interés que les resulte de cuatro o cinco molinos que puedan fabricarse en la larga distancia de su conducción”.   

           El  3 de abril de 1858 se firmó la escritura de transacción y traspaso de los manantiales de Ejerjo y Capitán de los Heredamientos de Argual y Tazacorte a los Ayuntamientos de El Paso y Los Llanos de Aridane, después de una ardua batalla administrativa legal por reclamación de los primeros que se consideraban propietarios de las aguas del lugar de La Caldera donde se encontraban los manantiales. Los dos Ayuntamientos comenzaron la construcción de esta obra, pero por cuestiones que desconocemos fracasaron y se vieron obligados ante la importancia de la obra y por carecer de fondos o arbitrios con que ejecutar la canalización de las aguas, en la necesidad de cederlas bajo ciertas condiciones a una sociedad formada en la isla denominada Empresa Hidráulica Aridane.

          El 30 de enero de 1866, ante el notario Antonio López Monteverde se firma la escritura de cesión y renuncia a favor de los directivos, de la proyectada sociedad, Empresa Hidráulica Aridane, por parte de los alcaldes presidentes de los municipios de El Paso y Los Llanos de Aridane, Pedro de Armas Triana y Pedro Rodríguez Pérez, comisionados para ello por los respectivos plenos municipales de fecha 28 y 24 de enero de 1866. Por la otra parte aceptan los directivos Manuel Carballo Fernández, Andrés Méndez Martín, Pedro Capote García, Francisco Fernández Taño y Francisco Tabares Sosa, directivos de la sociedad en trámite de legalización, se había fundado el 11 de marzo de 1865, y se comprometen “a dar participación en las aguas a todos los individuos que habían ingresado en la asociación”. 

           Además del traspaso de las obras ya ejecutadas se estipulan las siguientes condiciones:
Los cesionarios debían practicar los trabajos precisos para la canalización y aprovechamiento en el plazo de cinco años; pasados éstos solo se admitía conceder una prórroga que no excediera de seis meses y si en dicho tiempo no se concluye las obras, las Corporaciones  reivindicarían el derecho que  cedieron y los cesionarios no podrán “exigir ni resarcimiento ni remuneración de ninguna clase por las obras ejecutadas, las cuales quedarán a beneficio de las Municipalidades”.

          La empresa explotadora tendría la obligación de  suministrar agua para el abasto público “mientras baste pare ello, la cantidad de 30.000 litros por día natural a cada uno de los pueblos de Los Llanos y El Paso para su abasto; sin perjuicio de aumentar dicha cantidad si por el crecimiento de los vecindarios las necesidades de los mismos lo exigieran a juicio de la respectiva Municipalidad y número doble de vecinos mayores contribuyentes y con aprobación de la Superioridad, entendiéndose asimismo que los sobrantes del abasto, pertenecen en todo caso a la empresa concesionaria”, y la cuarta parte a los Heredamientos de Haciendas de Argual y Tazacorte, según se había acordado en la escritura de transacción de fecha 3 de abril de 1858.

           Esta empresa, por su parte, se comprometía a traer el agua a Los Llanos de Aridane y a El Paso en un plazo de cinco años desde su firma. También debía construir, a sus expensas, cuatro fuentes públicas con sus correspondientes abrevaderos en El Paso y dos abrevaderos con pila, y una pila sin él en Los Llanos de Aridane. Los lugares elegidos son: "Las Canales","Don Diego", "Plaza" y "Cajita del Agua" en El Paso. "El Trocadero" y "Calvario" con pila y abrevadero y sólo con pila en la calle Trasera o Plaza Chica de Los Llanos de Aridane. Por otro lado, los Ayuntamientos cedían parte de esas aguas a la nueva Sociedad y a los Heredamientos de las Haciendas.

            No sabemos con exactitud el día concreto que debieron llegar las aguas de Aridane al municipio de El Paso. Por el contrario 1868 llegaron las aguas de Aridane al Trocadero, con gran fiesta y pompa, en presencia de las primeras autoridades locales y de los promotores de la obra, entre los que se encontraba Francisco Fernández Taño.
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LLEGADA A LA PLAZA DE LA IGLESIA DE LAS AGUAS DE ARIDANE
Texto: MARÍA VICTORIA HERNÁNDEZ

          El periódico palmero El Time de fecha  22 de enero de 1867, pg. 2, nos apunta claramente las fechas que debieron llegar las aguas de la Empresa Hidráulica Aridane al hoy casco urbano del municipio de EL Paso, recoge el periódico: 

                “La Empresa de Aridane marcha rápida y felizmente en su obra. De los cuatro trozos en que dividió la atargea (Sic) general por donde se han de conducir las aguas de Ajerjo y Capitán desde la cumbrecita hasta los Llanos, los dos, el primero y el tercero, que fueron rematados el día 11 de abril del año próximo pasado [1866] con la condición de que había de darse concluidos en el plazo de diez y ocho meses, quedaron entregados en su totalidad el día 31 de diciembre, es decir, en menos de la mitad del plazo estipulado. De manera que hoy corre ya el agua por la atargea (Sic) desde la cumbrecita hasta el lomo ó cueva de la Sabina; de allí por canales de madera hasta dónde llaman los Dornajos, y de este punto por atargeas (Sic) otra vez hasta la plaza de la iglesia del Paso”. 

          Queda con esta noticia esclarecido que el lugar de “la Plaza de la iglesia” de El Paso ya contaba con el agua corriente de Aridane, al menos y con anterioridad al 22 de enero de 1867. En nuestra opinión debieron llegar entre el 31 de diciembre de 1866, entrega de las obras, y días antes  22 de enero de 1867, fecha de publicación del rotativo.

               Hoy El Paso conserva gran parte de la infraestructura hidráulica de Aridane. Por el camino hacia la Cruz Grande, pasando por el chorro y abrevadero de Don Diego, hacía el de Las Canales, el margen izquierdo de la vía lo marca el deslinde del muro (en realidad pequeño acueducto compacto) de la Empresa Hidráulica Aridane, con “cajitas de reparto” en piedra tallada y el tubo de cerámica embutido entre el amasijo de piedras y cal o cemento hidráulica. Continúa el entubamiento por el margen derecho de las Cuestas de Hermosilla, a simple vista apreciable la tubería de cerámica en los cortes de acceso a fincas y heredades. Destaca en el fondo del barranco de Tenisca el arco, acueducto, de piedra por el que se cruzaba el agua a la población de Los Llanos de Aridane.

                  Tantos los abrevaderos de Las Canales, Don Diego, Paso de Abajo y Trocadero responden a un mismo concepto de construcción, planchas de piedra talladas unidas, en su parte superior, por un trozo de metal. Todos estos tramos son dignos de conservación y son muestra de una época.  


MANUEL TAÑO EN LA COMISIÓN PARA LA SACA DE LAS AGUAS DE EJEROS Y CAPITÁN.
TEXTO: RAUL RODRIGUEZ PAGEZ

         Manuel Taño de las Paredes formó parte de la Comisión nombrada por la Excelentísima Diputación Provincial para la ejecución del proyecto de aprovechamiento de las aguas de Ejeros y Capitán donde tendría una breve participación en cuanto estuvo en ella  sólo cuatro meses que,  por otra parte,  significarían el resto de su vida.

          La Comisión se había formado el 28 de junio de 1855 y estaría presidida por “el vecino de la Ciudad Capital de la Isla” don Juan Rodríguez Brito, por un concejal de Los Llanos –Francisco Sánchez- y otro de El Paso –José Vicente Hernández- y dos vecinos propietarios, estos vecinos, uno lo era de Los Llanos, Antonio Camacho, y otro de El Paso, Manuel Taño.

         A mediados de junio de 1855 los comisionados se reúnen en Santa Cruz de La Palma y nombran al Maestro de Edificaciones Militares, Fortificaciones y Obras Civiles, don José María Pérez, para que en unión del Maestro de Mampostería don Juan Capote Yanes “pasen a formar el plano, medidas de atarjeas y resto de la obra con toda exactitud”. Estos técnicos  estuvieron en trance de recibir el refuerzo de don Fernando Arocena, cuando el 14 de agosto de 1855 los comisionados, reunidos esta vez en Los Llanos le consideraron persona que  reunía conocimientos para ello, pero este les dijo que necesitaría permiso de la Diputación dado que él era empleado de la Administración de Puertos Francos, así que el 21 de Septiembre el Maestro de Obras Civiles y Militares, don José María Pérez asume toda la responsabilidad, incluso la del levantamiento del plano.

        La Comisión se volvería a reunir el 18 de octubre de ese mismo año para aprobar la Memoria, el Presupuesto y el Plano presentado por el Maestro José María Pérez, pero ya el asiento de Manuel Taño estaba vacío, había fallecido el día anterior a esa reunión y, cinco semanas después cubre el hueco que había dejado don Tomás Capote Pino, vecino propietario de El Paso. 



LAS CAPITULACIONES DE MIL OCHOCIENTOS CINCUENTA Y SEIS O EL DESBLOQUEO PARA LA SACA DE LAS AGUAS DE EGEROS Y CAPITÁN.
TEXTO: RAUL RODRIGUEZ PAGEZ

         La situación de bloqueo que venía sufriendo la saca de aguas de La Caldera por la Cumbrecita debida a un largo litigio ante la Diputación Provincial, vino a tener su fin por un acuerdo entre las municipalidades del Valle de Aridane y los autodenominados “señores interesados de Argual y Tazacorte” sobre unas Bases impuestas por estos para “arreglar la empresa de aguas de Egeros y Capitán que los Ayuntamientos de Los Llanos y El Paso desean realizar en los terrenos denominados de La Caldera”.
Lo primero que desean los señores de Argual y Tazacorte es que haciendo ellos exposición de sus títulos ante la Diputación, se les reconozca su verdadero señorío.


        Una vez que este reconocimiento ocurra están dispuestos a prestar su asentimiento a que se saquen las aguas por la Cumbrecita, si bien quieren como contrapartida que el 25% de las aguas que por allí se saquen sean para ellos y que será libre de gastos de obra nueva o reparaciones futuras, limpieza o de otra índole.
Pero, no solo quieren el 25% de las aguas de Egeros y Capitán, sino que también lo hacen extensible a un cuarto de las producidas más allá de La Cumbrecita, unos manantiales que venían siendo utilizados por los vecinos y que son los que actualmente agrega a su atarjea la Comunidad Aridane, antes de llegar a La Cumbrecita, a mono izquierda, subiendo.

        Como contrapartida ofrecen los señores de Argual y Tazacorte permiso para la extracción de piedra de cal y madera para quemarla “solo con la cortapisa de que  la cantera de cal, hornos y depósitos que se hagan en otras laderas, terminada la obra quedarán de la propiedad de los interesados de Argual y Tazacorte sin indemnización”

         Este documento con las condiciones de los señores fue sometido a la Comisión para la saca de Aguas de Ejeros y Capitán en Santa Cruz de La Palma, un 19 de Abril de 1856 y estaba firmado por Pedro de Sotomayor y Juan Antonio Pérez.

          La conformidad a ese documento se respalda con la firma de una serie de personas que reproduzco por ser ilustrativa de con quienes se las veían las jóvenes municipalidades de Aridane, son: José María Fierro, Félix Poggio, José de Guisla y Pinto, José Valcárcel, María Josefa Afonso, Nicolás Molina, José Massieu, Carmen Salazar de Molina como tutora de sus hijos menores, Marqués de Guisla Guiselín, Manuel Mendoza, Miguel de Monteverde, Francisco de Las Casas como apoderado de Francisco Fernández Taño, por orden de José Antonio Camacho de la Justa, María de Massieu y Sotomayor, Germán Álvarez, Antonia Pestana de Castañeda como encargada del Marqués de Las Palmas, Pedro Ramy, Agustín García, José Aubert por él y por Antonio, Felipe y Manuel Massieu, José García González, Emilio Carrillo, Francisco Lugo Sotomayor por sí y por su hermana ausente en Tenerife, además de por su tío Miguel Sotomayor y por el Señor Marqués de la Florida, Esteban F. Abreu y Blas Carrillo.

            La Comisión de las Aguas aprueba las capitulaciones, pero las traslada para su aprobación por los Ayuntamientos de Los Llanos y el Paso. La Corporación de El Paso hace una sola observación, pide que el uso de la piedra de cal y leña sea extensible a cuando sean necesarias obras futuras de reparación y sobre el mes de junio de 1856 los señores de Argual y Tazacorte acceden a ello y toda la documentación se envía a la Diputación para que a su vista acuerde lo que tenga por conveniente. Esta aprueba las Bases el 3 de julio de 1856: el camino administrativo para el comienzo de las obras quedaba abierto. 


LAS OBRAS PÚBLICAS DE CANALIZACIÓN DE LAS AGUAS DE EJEROS Y CAPITÁN (1)
TEXTO: RAUL RODRIGUEZ PAGEZ

           No sería el Maestro de obras Civiles y Militares, don José María Pérez ni el Maestro de Mampostería, Sr. Capote Yanes, los que dirigieran las obras. El 25 de julio de 1856, el Presidente de la Comisión expone ante esta que había contactado en Tenerife y durante el viaje que había hecho a la Excelentísima  Diputación Provincial, con el Ingeniero Hidráulico Miguel de la Chapelle y que quería traerlo para que reconociese el terreno por donde han de conducirse las aguas, con la condición de abonar a este y a su sobrestante, Sr. Brito, los gastos de viaje y los que se ocasionen hasta el regreso de ambos a su lugar de residencia (por lo menos Miguel de la Chapelle vivía en el Puerto de la Cruz). La Comisión autorizó y aprobó el pago con cargo a los fondos destinados a la obra.

          La Chapelle se hace cargo de la obra bajo condiciones contenidas en un documento de once artículos. Se le pagarán cuatro onzas de oro mensuales mientras duren los trabajos de canalización desde los nacientes hasta La Cumbrecita y, concluida allí la parte de obra que asume, se le gratificará con mil pesos que se depositarán en la persona que el mismo Ingeniero proponga y que se le entregaran una vez La Comisión compruebe que la obra está concluida. También ha de aceptarse la propuesta del Ingeniero de que venga a dirigir la obra su sobrestante, Sr. Brito, y cuatro peones de Tenerife que actuarán como capataces.

          Existen documentos detallados de las obras, del personal y su pago, me parece interesante mencionar aquí uno de los accidentes ocurridos en las obras. En agosto de 1857 los documentos generados por la Comisión dicen que el peón Antonio Díaz Martín está en cama como consecuencia de un accidente ocasionado por la explosión de un barreno en las obras de canalización, y se acuerda retribuirle con una peseta diaria mientras no se pudiera reintegrar a los trabajos y se encargó a don Felipe Méndez para que realizara un seguimiento de su proceso de curación.

         Un documento de abril de 1861 en contesta a dos oficios del gobierno Civil expone que la Comisión considera que se debe ir a la subasta para conseguir los materiales precisos para continuar la obra, que la cal se puede obtener en el Puerto de Tazacorte a cinco reales de vellón la fanega y que el transporte a La Cumbrecita se podía hacer por vecinos de las jurisdicciones de El Paso y Los Llanos que tengan bestias de carga. La arena se puede obtener al precio del presupuesto y las losas para cubrir las atarjeas se pueden sustituir por piedras llanas que se encuentran en las inmediaciones de las obras. Los vecinos parecen no aceptar de buen grado las aportaciones en trabajo que se les pide, el 20 de septiembre de 1861 el alcalde de El Paso, don Anacleto Cubas da un ultimátum a los arrieros: si en el plazo de un día no conducen a La Cumbrecita la cal necesaria, no les dejará recoger pinillo y dice que “ya se los había advertido el día anterior”  

             Las obras terminaron como el rosario de la aurora. La Comisión y Miguel de la Chapelle entraron en litigios, las aguas no llegaban a la Cumbrecita, los dineros públicos se desvanecían.

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LAS OBRAS PÚBLICAS DE CANALIZACIÓN DE LAS AGUAS DE EJEROS Y CAPITÁN (2)
TEXTO: RAUL RODRIGUEZ PAGES

      Una forma de contar cual fue el final de los trabajos  de canalización para sacar por La Cumbrecita el agua de los nacientes de Egeros y Capitán es dejar que lo cuente la propia Comisión. El 20 de diciembre de 1862 se reunían  en Los Llanos la Comisión. Estaban Jacinto María Kábana, José María Wangüemert, Tomás Capote Pino, Antonio Abad Lorenzo Carballo, Francisco Tabares y Anacleto de Cubas.

      Esta reunión de la Comisión es para emitir el informe que le exige el Gobernador Civil de la Provincia como consecuencia de la solicitud que hace La Chapelle de que le satisfagan 8 onzas de oro, importe de 2 mensualidades correspondientes a los meses de setiembre y octubre del año del año anterior.


      Dicen que el día 12 de agosto de 1861 se comenzaron las obras,  que se había llamado a La Chapelle para que estuviese presente repetidas veces desde el 28 de junio. Se dio principió al trabajo el día mencionado y La Chapelle no vino a presentarse sino muy tarde, habiendo desaparecido de La Cumbrecita a las pocas horas de haber llegado y confiando la Dirección del punto más principal de la obra a uno que denomina sobrestante. Continuó el trabajo sin haberlas visto La Chapelle,  hasta el 12 de octubre en que el sobrestante comunica que nada tenía que hacer, que la obra se hallaba concluida y que en fuerza de las órdenes recibidas de su principal hacía entrega de ella y esto dijo por sí porque La Chapelle se presentó y dijo que no estaba completada la obra pero no era conveniente adelantarla en la época que nos hallábamos. La Comisión tuvo por oportuno aplazar los trabajos para la próxima primavera. Se trabajó 2 meses: desde el 12 de agosto al 12 de octubre, habiéndose satisfecho 1 mensualidad, mal pagada en concepto de esta Comisión, se le resta caso de que se le deba otra mensualidad y no dos como equivocadamente dice La Chapelle.


       La Comisión cree que La Chapelle ha abusado de la buena fe de la misma y es él quien debe reintegrarles los fondos que indebidamente ha cobrado. La Chapelle devenga 4 onzas con obligación de asistir 10 días de cada mes a la obra. La Chapelle cuenta los meses de trabajo para el efecto indicado sólo con haber transcurrido esos 10 días aun cuando no se haya trabajado y muchas veces quizás ni a La Caldera llegaría.


      La Comisión, jamás en ningún tiempo, cree que se ha podido gastar más inútilmente los fondos comunes que en la presente obra. Se principió el trabajo y se dejó detrás el punto principal de la misma, se ocupa La Chapelle de hacer el camino del agua y no se ocupa del frente porque teniendo este quizás le interesaría más emplear meses de cualquier manera en aquello que cualquier maestro pudiera haber hecho sin conocimiento técnico. Consume nuestro caudal en picar con algo de temeridad trozos de riscos, abrir cuevas inútilmente para taparlas luego, se invertirá más de 1.000 pesos para que surgiera agua donde era imposible que surgiese, en lo construido toda o la mayor parte del agua se filtra y corre por los cimientos, brota el agua por los lados y centro de la muralla. Lo cierto es que las aguas no se han recogido, que existe una fuente abundante debajo del mismo frente cuya agua nunca podrá subir a la atarjea o al frente, sin embargo de hallarse a una bajura muy corta.


           La Comisión dice que no tiene agua ni dinero aunque en otra época no muy distante nuestros padres supieran aprovecharla toda y conducirla al “Llanos de las Cuevas”.


        La Comisión continúa: Si bien nos merece muy concreto el dictamen del distinguido Francisco Clavijo, también lo cierto es que este no llegó en su reconocimiento sino hasta la herrería desde donde no pudo, en manera alguna, divisar el frente y el nacimiento de las aguas.
La atarjea podrá estar hecha con solidez pero no lo cree así esta Comisión por cuanto se ha abierto por varios puntos dejando salir el agua ni tampoco tiene la Dirección que debió habérsele dado para recoger toda el agua.


        En una palabra, considera esta Comisión que La Chapelle se ha equivocado, no ha tenido la ilustración necesaria, no ha ganado legítimamente sus dineros, ha consumido como por capricho lo del común y estamos en el caso de exigirle responsabilidades pidiendo indemnización de tanto caudal mal gastado.

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CHORRO DE DON DIEGO                           CHORRO DE LA PLAZA                                                     CHORRO CAJITA DEL AGUA

 

CHORRO TROCADERO

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