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EL PASO POR EL SAGRADO CORAZÓN

PUBLICACION DIARIO DE AVISOS 7 DE JULIO DE 1952
FUENTE DE ARCHIVO: María Victoria Hernández

        Pocas veces se ha sentido el cronista tan empequeñecido y anonadado como al comenzar la narración, aunque sea sucinta, de este gran día de Fiesta, en honor del Sacratísimo Corazón de Jesús, 



y no porqué tema hacer la reseña, de la parte que pudiéramos llamar externa de la fiesta, sino por un santo temor a su profundo contenido religioso y a su alta valoración espiritual, que pugnan allá en lo más intimo de nuestro ser, donde solo se puede sentir y creer, sin acertar a  expresar con palabras, el perfume, el alma de la fiesta, que no pueden apresar nuestros pensamientos, ni captar nuestros ojos porqué escapa de las realidades tangibles y huye de las concreciones materiales. Y debe ser así, y tiene que ser así esta Fiesta, pues de lo contrario desaparecería pasando al mundo de lo efímero.

        Se trata de una fiesta de hondo sentido católico y exclusiva y rectilínea y ascendente de espiritualidad. Se podrían hacer múltiples comentarios acerca de su contenido, pero seria inútil todo lo que intentásemos. Nos perderíamos dando vueltas alrededor de lo inasequible y nos fatigaríamos inútilmente tratando de penetrar lo impenetrable.

       Comienza verdaderamente quince días antes de la fecha señalada, con preparativos diversos y sobre todo con la concentración del medio centenar de capillitas, que durante todo el año hacen la visita domiciliaria a la mayor parte de los hogares del pueblo, y que hermanadas todas aquí, como fundiendo en una sola y única oración, los fervores y las inquietudes dispersas de tolos los vecinos, resumen y compendien las creencias arraigadas en lo más íntimo, trayéndonos con polvo de todos los caminos, los soles del verano y las lluvias del invierno, el viento arrullador de las cumbres, el perfume siempre rejuvenecido de los campos y el hálito de las almas que oraron en su presencia en las más recónditas soledades. Unos potentes equipos de altavoces instalados en lo más alto de la Torre, 




en construcción de la Iglesia Parroquial, llevaban las voces de la propaganda a los más lejanos rincones. Música religiosa, lecturas escogidas, poesía, y sentido y significado de la fiesta en breves comentarios y tradiciones gloriosas de fe y de religiosidad, que ¡ay! de los pueblos que no rinden culto a su pasado. Después estos altavoces habrían de servir para transmitir los sermones del novenario y la propaganda que cada uno de los barrios hacía de su parte en la novena el día que le correspondía. Gracias a la Torre, ya muy clavada en el azul, parecíamos todos más hermanados, más unidos y más identificados. Parece, levantada y esbelta que subió tan alto y aún tiene ambiciones de subir más, para cobijarnos a todos bajo su sombra y para llevar a nuestros hermanos en Venezuela las inquietudes con que les recordamos.

        Comienza el solemne Novenario el día de Corpus Christi, con exposición Mayor durante cuarenta y ocho horas del Santísimo y un magnifico sermón a cargo del P. Luis Maria Eguiraun, S.J., recientemente llegado de Barcelona, él nos hizo –como él sabe hacerlo- la más completa y acabada crónica del Congreso Eucarístico Internacional, que teníamos avidez por conocer, lo que logramos a través de sus certeras descripciones y del colorido y calor de su palabra, que nos hicieron vivir aquellas jornadas inolvidables.
  
         A los cultos de la tarde, todas los días que duró el Novenario asistía numeroso público que llenaba por completo el templo




y rivalizaban los barrios por superarse, a mayor gloria de Dios, en el arreglo, con derroche de flores del Altar Mayor la venerada Imagen del Sagrado Corazón, con procesiones eucarísticas de tres ministros por el interior del Templo, en propaganda por los micros a base de cantos populares con letras alusivas, con programas de mano en muchos casos, descansos lucidos etc., que nos pusieron de relieve una vez más, el vigor religioso de nuestro pueblo y la vitalidad de esta Parroquia, todavía no terminada en lo material, pero superándose cada vez más en lo espiritual.

          El Viernes día 20, fiesta litúrgica del Sagrado Corazón, comunión de los niños de las Escuelas Públicas en número superior a los trescientos, los cuales fueron invitados por el Ilustre Ayuntamiento a un suculento desayuno. Durante todo el día exposición de su Divina Majestad. La procesión de la mañana de este día muy solemne, como la procesión eucarística del día del Corpus.

        Continúa muy activa la propaganda y ya sabemos que son muchos los que trabajan en la preparación del magno día de la fiesta. Se transportan ramas verdes en profusión, se confeccionan tapices para colgar en los frontis de las casas, se ensaya la música y la letra de la carroza alegórica, y se prepara "La nave de la Esperanza" que así se titula para navegar su inminosa espiritualidad por las calles de la ciudad.

         Y llega el gran día. Son muchos los que no durmieron aquella noche en la piadosa tarea de adornar con flores el largo trayecto que habría de recorrer la procesión. 



Si el día del Corpus se cubrió totalmente el trayecto a recorrer por la procesión eucarística, las calles de costumbre, hoy se cubren cerca de tres kilómetros, con profusión de ramas y flores, en una larga cinta de luz y colores que consuela y alegra los ojos. Muchos centenares de personas colaboran en este quehacer de una manera sentida y espontanea.
 
        Al amanecer llegan los primeros tapices, 



más bien confeccionados si cabe, que en años anteriores y tantos como los días que duró el Novenario. Casi todos de La Rosa, su cuna. Algunos suponen un trabajo meticuloso y paciente de muchos días y se nos antojan como oraciones íntimas y fervorosas que se transmutaron en flores, como afanes e inquietudes que plasmaron en arte decorativo, como amor que se encendió en colores, o como mensajes delicados lanzados al aire con motivos religiosos para impetrar perdón. Al contemplarnos este día, luminoso con emoción y gratitud, recordamos al autor de los mismos, fallecido recientemente, don José .Ana, como le llamaban familiarmente todos, que un día quiso, arriba en La Rosa, con motivo de una procesión eucarística, dignificar aquellos caminos, y aconsejó confeccionar alfombras que se pusieran de pie, cuadros pintados con flores con los pinceles marfileños de unos dedos, espejos que pregonaran la delicadeza de las manos de nuestras mujeres. Por eso este año al superarse más y más en la confección de estos bordados de flores, no dudéis que ha sido, por haberlo recordarlo con dolor y nostalgia y él debió acudir en nuestra ayuda con su aliento y su consejo. En su recuerdo debéis continuar haciéndolo.

         La procesión al Calvario sale a las 7 de la tarde: Cohetes, lluvia de flores, suelta de palomas, cánticos y mucha gente. 



Aquí parece que está presente todo el pueblo, hasta el millar de ausentes en Venezuela, está también aquí en espíritu, porque flota su recuerdo en la memoria y en el corazón de sus familiares y en el de sus amigos. Numerosas alfombras y entre ellas una que copia el Templo Parroquial y la Torre, con un letrero que era un mensaje a los hijos de El Paso residentes en Venezuela. Todo el recorrido está completamente cubierto de follaje y de flores. Es la ofrenda de todo un pueblo depositada blandamente con amor y ternura a los pies del Señor.

         En el Calvario una sorpresa: Surge entre el gentío, cubierta de flores, la Carroza 



para traer la Imagen del Sagrado Corazón de Jesús al Templo. La hicieron con prisas febriles, pero jubilosos y conmovidos, con emociones y con amor, con pobreza de medios económicos, pero con tesoros de voluntad, supone la entrega del Calvario al Sagrado Corazón. Podéis estar seguros que el Señor os premiará vuestro esfuerzo, porque él lee nuestros pensamientos y paga siempre ciento por uno. Cuando venía en triunfo la Sagrada Imagen, por los viejos caminos bordeados de árboles, nosotros evocamos aquel 24 de Junio de 1949, festividad litúrgica del Sagrado Corazón de Jesús y en e1 cual aparecieron las primeras columnas negruscas y ensortijadas de humo que anunciaban después de un silencio de siglos, un volcán. En lo más alto de nuestras cumbres



y cerniéndose sobre nuestras cabezas desvalidas, todos le pedimos con fe a esta venerada Imagen, piedad y perdón, temiendo por nuestras vidas. Días después, cuando la lluvia de cenizas volcánicas vestía de colores cadavéricos los árboles, y cubría las calles de luto y de dolor, cuando flotaba en e1 ambiente el espectro de la desolación, cuando se ennegrecían nuestros rostros y se hacías el aire irrespirable, nosotros al unísono sacamos del Templo Parroquial la Imagen del Sagrado Corazón, que se cubrió de aquel polvo impermeable, sin perder su augusta serenidad quo nos confortaba y consolaba. Jamás hemos asistido a una procesión tan unánimemente fervorosa, de tan profundas dimensiones de religiosidad. Ahora, al verle de nuevo en triunfo, sobre la Carroza que le hicieron los hijos del Calvario, cuyas casas están edificadas, sobre la lava reciente, nosotros meditamos en este volcán de amores que triunfa e impera en los corazones de sus hijos, que irradia sus fuegos desde aquí, sobre la tierra caliente y purificada con fuego, mientras él, pasa triunfal por estos viejos caminos enseñándonos a tener confianza y a esperar resignados en sus providenciales designios, que por algo prometió reinar en España con especial predilección.

          Nos resta hacer el elogio del orador sagrado de estas Fiestas, Rvdo. P. Luis Martín Eguiraun S. J., que con tanta elocuencia y sabiduría predicó este Novenario. ¿Se superó con mucho a los años anteriores que también lo predicó o es que nosotros este año estábamos mejor preparados para escuchar su palabra certera encendida en verdades eternas? Tal  vez sean ciertas las dos preguntas.

         Y por la noche la Carroza alegórica: 




Música, poesía y luz, sintetizan su significado. Tuvo el canto armonioso "del sueño de una noche de verano". Los actores muy afortunados interpretaron con justeza y sobriedad sus papeles. Todo por el Sagrado Corazón. Pero, lo mejor de la fiesta se nos queda en el alma, donde permanecerá durante mucho tiempo como consuelo de dulzura inefable.
EL CORRESPONSAL.